4.6.11

Entrevista | Marcel Dzama, por Spike Jonze



El Gran Vidrio se enorgullece de presentar, en su número 1, una entrevista del famoso director Spike Jonze (Being John Malkovich, Adaptation, Where The Wild Things Are) a Marcel Dzama, uno de los más importantes artistas plásticos norteamericanos, quien actualmente reside en Nueva York y cuya fascinación por México lo ha traído a trabajar a nuestro país en varias ocasiones.

La entrevista ha sido traducida por el curador y artista plástico argentino Marcelo Gutman.

Acá un pequeño fragmento:

Spike Jonze (SJ): El otro día hablaba con un amigo sobre vos, sobre tu proceso creativo y cómo te entusiasmas haciendo arte. Eres como un nene en términos de ser creativo, excitado ya sea con el dibujo, la pintura o la escultura. No abusas de vos mismo. Sigues haciendo cosas porque disfrutas del arte y felizmente sigues hacia la próxima cosa. No eres un torturado o algo parecido, ¿no es verdad?


Marcel Dzama (MD): Tal vez. Sé que tengo suerte de ser un artista trabajador. Si no fuera un artista, no puedo imaginar lo que habría pasado conmigo. Cuando era más joven, siempre fui un mal estudiante debido a que tengo dislexia y mi clase ignoraba mi problema después de haber sido diagnosticado. Ahora me doy cuenta que ellos estaban probablemente faltos de personal y no sabían qué hacer conmigo. Siempre me sentía mal sobre mis compañeros de grado, pero cuando comenzaron a elogiar mi arte, me sentí bien. Desde que tengo memoria, he hecho arte. Como un niño, tuve un período oscuro y comencé a dibujar para escapar de la vida que llevaba. Es ahí cuando comencé a inventar mi propio mundo. He tenido suerte, porque siempre he trabajado duramente, y pienso que el dibujo para mí es una especie de terapia, lo cual me permite no tener que traer ésta a mi vida.

SJ: Parece que tu mundo tiene su propia mitología… ¿No es así?

MD: Sí, así es, pero cambia constantemente. Rompe sus propias reglas. En una serie de dibujos, una cosa puede simbolizar algo, pero en la siguiente serie podría representar algo completamente distinto – como un mundo diferente con los mismos personajes o un director de cine que usa a los mismos personajes en cada película. Por ejemplo, en una serie de dibujos el murciélago representó un régimen fascista, pero en el siguiente representó a revolucionarios.

SJ: ¿Lees mucha mitología?

MD: Estoy realmente interesado en la mitología. He leído mucho acerca de la mitología de los nativos americanos, griega y los comienzos del folklore americano.

SJ: ¿Y Joseph Cornell? Recuerdo que leías un libro sobre él un tiempo atrás…

MD: Ah, sí, el libro de Deborah Solomon. Estaba al tanto de los dioramas de Joseph Cornell antes, pero realmente profundicé en ellos después de leer su libro. Cuando vivía en Winnipeg, hacía pequeños dioramas como regalos para mi novia, Shelley. Ella tomaba clases de impresión por la noche. La encontraba cuando estaba terminado, y nos quedábamos solos allí, trabajando juntos. Había un almacén abandonado que descubrimos, lleno de grandes y viejas provisiones abandonadas porque los materiales eran tóxicos. Supongo era una vieja manera de hacer impresiones que la escuela dejó de hacer debido a cuestiones de seguridad. De todos modos, encontramos esas hermosas y viejas cajas de madera, de unos 18 cm. de alto aproximadamente. No sé para qué las usaban pero junté muchas de ellas. Así es como comencé a hacer mis primeros dioramas y  eran definitivamente odas a Cornell. No los tomé en serio al principio porque eran muy similares.

SJ: ¿Eran los mismos que mostraste en la Galería Ikon?

MD: Sí. Estuve felizmente sorprendido que el curador, Nigel Prince, quisiera mostrarlos porque, como dije antes, fueron hechos sólo como regalos, tal vez desde ese momento fue cuando comencé a mirarlos más seriamente.

SJ: ¿Qué hace que el título de tu muestra lleve por nombre "El fantasma del pasado, incluso"?

MD: Todo esto comenzó con una conversación que tuve con mi abuelo político acerca de los sindicatos. Hablábamos de cómo la generación de mineros de su padre en Minnesota tuvo que aprender a organizarse para luchar por un trato justo en su lugar de trabajo, y cómo estuvo preocupado por las generaciones posteriores, que eran muy críticas de los sindicatos. El no podía entender cómo, en vez de solucionar el problema, estaban impacientes por abolirlos. Sintió que no había ninguna otra manera para que pudieran saber la grave historia de la situación de los mineros y otros trabajadores y que todavía piensen en ese camino. Esto me llevó a pensar acerca del pasado y la memoria y cómo la gente sigue repitiendo los mismos errores.


El texto completo en El Gran Vidrio no. 1 ¡Cómprala ya!
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