8.8.11

Reseña | La Jetée




A principios de la década de los años 60, el cine francés sufre una interesante renovación gracias a un grupo de directores que buscaban separarse de la ortodoxia cinematográfica de la época. La fórmula fue sencilla: había que buscar la espontaneidad en las películas a realizar sin perder el interés por experimentar e innovar. Realizadores tan recordados como Jean Luc Godard y François Truffaut llegaron a conformar junto con otros realizadores el movimiento conocido como Nouvelle Vague (La Nueva Ola) Entre esas realizaciones, La Jetée se presenta como una de las verdaderas obras maestras de aquel movimiento.






La crítica especializada se encuentra un tanto dividida. Por un lado, están los que afirman categóricamente que este cortometraje es una de las escasas muestras de cine de ciencia-ficción francesa, mientras que otros autores gritan alarmados que esta cinta es de tal calidad que sobrepasa completamente al género. Por mi parte, seguiré pensando que la película tiene los suficientes elementos para ser considerada como ficción científica. ¿Cuáles son mis razones?

Empecemos mencionando la interesante y profunda trama. Un niño común y corriente observa cautivado a una mujer solitaria en un muelle una tarde cualquiera. Un hombre llega con esta pero es asesinado casi al instante. La imagen de esta mujer y aquel acontecimiento lo dejarán marcado para siempre. Poco tiempo después, la Tercera Guerra Mundial devasta casi por completo la civilización humana. La desolación es total: ninguno de los bandos ha salido victorioso y los pocos sobrevivientes que habitan aquel aterrador mundo post-apocalíptico se refugian en lugares subterráneos.

El nuevo mundo debajo de la superficie se encuentra gobernado por un grupo de científicos que buscan armar los pedazos que quedan de la Tierra. La esperanza de los investigadores radica en una sola premisa: la respuesta para reconstruir la civilización debe estar en dos posibles lugares: el pasado y el futuro. Los viajes en el tiempo experimentales hasta ahora han atrofiado a los prisioneros que han sido utilizados como conejillos de indias. Sin embargo, uno de éstos responde positivamente a tales viajes. A partir de los constantes desplazamientos espacio-temporales surgen verdaderas esperanzas para los habitantes de aquellas profundidades. No todo es un final feliz: el viajero del tiempo rompe algunas reglas y recibe un castigo por demás cruel.

La cinta (o foto-relato, como se menciona al inicio de la misma) es una suerte de experimento visual bastante novedoso para su época. Consta de fotografías de gran calidad puestas en una secuencia lógica amparadas por sonidos de susurros y movimientos ligeros de la cámara de vídeo que las toma para infundir en el espectador la sensación de imágenes vivas y dinámicas.

Cada toma está realizada de una manera por demás calculada. El blanco y negro no es limitante. Es posible obtener tonos grisáceos en la secuencia del muelle que impregnan en la pupila del espectador una sensación de tranquilidad. Después de la terrible guerra, las imágenes de destrucción aunadas a la música con coros trágicos nos muestran un vacío y desolación totalmente incómodas. Cada foto busca despertar en nosotros una sensación distinta. El prisionero que viaja a través del tiempo es presentado en una atmósfera un tanto gótica, mientras que los rostros de los humanos del futuro aparecen como imágenes fantasmales.

Entre algunos de los elementos cienciaficcioneros a resaltar, están el mundo post-apocalíptico producto de una guerra mundial que fácilmente trae cargando el estigma de la Guerra Fría y del miedo a las armas nucleares. Los viajes en el tiempo son muy distintos a lo que otros autores nos han mostrado. No es necesaria una gran cápsula o algún armatoste que transporte al viajero. Simplemente se envía la conciencia del prisionero al pasado y esta se materializa con todo y cuerpo humano: una manera fácil de viajar; nótese que la conciencia con todo y cuerpo mencionada permanece en el pasado, pero el verdadero cuerpo del viajero temporal permanece en su propia época monitoreado por los científicos. Los hombres del futuro sobresalen sorpresivamente casi al final. Con la las simples palabras del narrador en off entendemos que son seres humanos muy avanzados tecnológicamente hablando que sobrevivieron exitosamente a la guerra, aunque mantienen una terrible vergüenza por su pasado al grado de rechazar por completo al viajero. El juego con la paradoja temporal sobresale como el elemento dominante y devastador. El encuentro consigo mismo en el pasado y el castigo que le es impuesto marcan definitivamente esta cinta. Para todos aquellos que hayan visto aquella película de 12 monos (que de hecho es la versión pirata de esta peli) sabrán a qué me refiero.

Lo bueno: un cortometraje que en pocos minutos cuenta una compleja historia sin la necesidad de alargarse de más, una muestra de la agudeza de la ciencia-ficción francesa, una cinta para no poder dormir durante toda la noche.

La crítica... sí, la crítica... ¡no se me ocurre ninguna hasta ahorita! Así que me gustaría invitarlos a verla y dejar sus comentarios para ver si no se me pasó ningún detalle. 

Gracias al autor Jorge Romo por cedernos la publicación.
Reseña aparecida originalmente en Ciencia-Ficción.com

El corto acá.
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